Nos pide que escribamos sobre este tema y otros tantos relacionados con la agricultura y la ganadería industrial y los problemas ecológicos que provocan. Este artículo relata nueve casos de alimentos comunes en nuestra mesa que esconden detrás problemas medioambientales.
1. El aguacate en México
El aguacate era un producto más o menos exótico en el mundo, exceptuando México, hasta hace poco más de quince años. Su producto estrella, el guacamole -puré de aguacate, tomate, cebolla y cilantro-, no era inhabitual entre personas cosmopolitas y entre los amantes de la comida mexicana. Ahora bien, en la actualidad su consumo se ha convertido en un fenómeno de masas en Estados Unidos, donde ha pasado a formar parte del menú diario de muchas personas.
La fuerte demanda de este producto es tan grande, que ha generado la primera guerra comercial de la ‘era Trump’ entre los dos países vecinos. El motivo es que en California también se cultivan aguacates, pero los estadounidenses prefieren los mexicanos a pesar de que son más caros, porque son los adecuados para elaborar el guacamole. Al aguacate se le conoce como el ‘ oro verde mexicano‘.
Pero el problema es que el aguacate crece en ambientes boscosos y la principal región productora del mundo, el Estado de Michoacán, está perdiendo sus bosques por el cultivo descontrolado de esta fruta de grandes propiedades. A las extensas explotaciones que amenazan los bosques originarios hay que sumar las plantaciones furtivas de pequeños agricultores, que talan pinos y encinas para sustituirlos por aguacates. También queman bosques porque la ley permite establecer plantaciones en zonas que han sido víctimas de un incendio.
2. Las naranjas en Brasil
Brasil es uno de los principales productores de zumo concentrado de naranjas del mundo, sobre todo porque exporta la casi totalidad de su cosecha a países ricos como Estados Unidos o Francia. La producción de naranjas se concentra en la región de Sao Paulo, en torno a la ciudad de Itápolis, y cubre en total más de 604.000 hectáreas. Como todo cultivo industrial, se trata con pesticidas y otras sustancias que protegen el fruto pero afectan al medio ambiente.
El principal problema es que el consumo de naranjas por parte de los estadounidenses va en descenso desde 1997, aunque desde hace dos años este desapego es mucho más pronunciado, hasta el punto de que una parte creciente del mercado local puede cubrirse con las naranjas de Florida o California, así como de regiones del sudeste asiático. Este hecho ha generado el abandono de 46.000 hectáreas en los últimos años, que quedan como un monocultivo altamente contaminado que no permite la regeneración de la flora autóctona.
3. El salmón en Noruega, Chile y Escocia
Aunque debe criarse en aguas extremadamente puras durante su etapa de crecimiento, el salmón de criadero termina por generar una elevada contaminación ambiental por causa del pienso y los aditivos que se le proporcionan indiscriminadamente, así como epidemias fruto del hacinamiento de los peces.
Se han encontrado en salmones de piscifactoría diferentes tipos de metales contaminantes y compuestos orgánicos complejos -pesticidas y antibióticos entre otros- por culpa del fenómeno de la bioacumulación. Pero también en las grandes explotaciones se han registrado contaminaciones de las zonas oceánicas cercanas por estos productos, que pueden ir a parar a especies succionadoras de materia, como los bivalvos, que las acumulan.
En Chile, varias piscifatorías de salmón en la isla de Chiloé sufrieron intoxicaciones masivas de los salmones, que murieron por centenares de miles, quedando como un residuo que terminó por contaminar a numerosas especies que se alimentaron de sus cuerpos, hasta crear una tragedia ecológica con repercusiones económicas y que derivó en disturbios entre los pescadores y los carabineros.
4. Las almendras en California
En el valle de San Joaquin, en el Valle Central de California, está el epicentro mundial del cultivo de almendros. Principalmente para la producción de leche de almendra, pero también para el consumo del fruto seco, que ha aumentado considerablemente en los últimos años. La demanda es tan alta que el precio de este producto no ha parado de crecer y al mismo tiempo lo han hecho las hectáreas dedicadas a su cultivo.
El gran problema es que los almendros son árboles que requieren gran cantidad de agua para dar una buena producción, aproximadamente cuatro litros por fruto, lo que está provocando un estrés hídrico en la zona que está vaciando los acuíferos. A este desastre se une una persistente sequía.
5. Los langostinos en Tailandia
Tailandia es pionera desde los años sesenta el el cultivo de langostino, tanto el blanco como el tigre, que exporta a todo el mundo, también a España. En su entorno natural el langostino se cría en manglares, bosques tropicales que se adentran en las orillas del mar. No obstante, la producción industrial ha arrasado estos manglares y ha contaminado tanto las aguas costeras como los acuíferos del litoral, impidiendo a los habitantes de estas zonas el acceso al agua corriente.
6. El aceite de palma en Malasia e Indonesia
El aceite de palma es uno de los subproductos agrícolas más productivos del mundo, ya que se usa profusamente en la elaboración de un número incontable de manufacturas industriales. Se cultiva en numerosas zonas de los trópicos, tanto en Asia como en África. Pero es en las selvas de Malasia e Indonesia donde el efecto de este monocultivo ha sido más devastador, con cientos de miles de hectáreas de bosque de lluvia arrasadas por el fuego de los cultivadores.
En la isla de Borneo ha provocado la deforestación de dos terceras partes de su superficie y ha puesto en peligro de extinción a numerosas especies, tanto vegetales como animales. Una de las más amenazadas es el chimpancé orangután.
7. La panga en Vietnam
La panga es un pez de ríos y lagos tropicales del sudeste asiático que se distingue por el alto rendimiento en proteína de su carne, que además tiene pocas espinas y permite la obtención sencilla de filetes por el método industrial. Estas virtudes han hecho de este pescado uno de los más consumidos del mundo – la UE pasó de importar 55.000 toneladas en 2005 a 178.000 en 2007– gracias a su exportación desde las piscifactorías de Vietnam.
Ahora bien, las condiciones en que se cría la panga han contaminado lagos, ríos y acuíferos hasta el punto de que, para mejorar su imagen, Carrefour se vio obligada a suspender su comercialización por motivos medioambientales.
8. Las fresas en Doñana
Huelva es uno de los grandes centros productores y exportadores de fresas en el mundo, y especialmente en Europa, donde está su mayor mercado. La presión de la demanda está forzando a adquirir nuevas tierras para este monocultivo de regadío, que precisa de grandes cantidades de agua. Por su situación cercana al enclave de Doñana, el de mayor valor ecológico de Europa Occidental, el aumento del cultivo de la fresa es peligroso.
Numerosas organizaciones ecologistas han dado la alerta de que los acuíferos que nutren Doñana se están secando, en buena parte por la proliferación de invernaderos en la zona norte, donde calculan que un tercio de los cultivos son ilegales. La Comisión Europea evalúa desde febrero de 2015 la respuesta que España dio a un expediente por el deterioro del parque debido a la extracción excesiva de agua para cultivos.
9. El embutido en Cataluña
España es el gran exportador de carne y productos del cerdo al resto de la Unión Europea, y la mayor parte de su producción se concentra en Cataluña. Pero junto a grandes empresas que aplican estrictos controles a sus vertidos, conviven cientos de pequeñas explotaciones que se extienden por el territorio sin evitar la liberación de excrementos a los acuíferos, lo que se conoce como los purines.
En 2016, el Síndic de greuges (defensor del pueblo catalán) alertó, en un informe titulado « Informe sobre la contaminación provocada por purines en Catalunya«, que el 41% de las aguas freáticas (subterráneas) de Cataluña están contaminadas por nitratos, en su mayor parte procedentes del vertido de purines, tal como apuntaba Albert.
La gestión de las deyecciones de los cerdos se ha complicado por el cierre de varias plantas de cogeneración, que usaban hasta el 10% los purines producidos por las granjas para generar energía. Un censo porcino realizado por la Generalitat a finales de 2015 revelaba que en siete años la cabaña había aumentado casi en un 20%.