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Luis González Reyes
En los últimos cursos, todos los colegios de FUHEM se han caracterizado por la puesta en marcha de múltiples actividades de solidaridad con las personas migrantes y refugiadas. Esto se ha plasmado en carreras solidarias, marchas, recogidas de dinero y materiales o actividades de sensibilización. Pero también con cambios en nuestro patrón alimentario. En concreto, por la reducción de los productos de origen animal que comemos y la apuesta por la materia prima de producción ecológica.
¿Qué tienen que ver los migrantes senegaleses con nuestro comedor?
Sini era pescador en Senegal pero, conforme la pesca fue escaseando, decidió migrar para mantener una vida digna. La responsabilidad de los hábitos alimenticios españoles en todo esto no es menor.
Recogiendo datos publicados por La Marea, en 2015 Senegal y la UE firmaron un acuerdo por el que se permite a 38 buques europeos faenar en las aguas del país africano durante 5 años. 25 de esos barcos son españoles. Es decir, que el Gobierno impide la entrada de senegaleses, pero no de su pescado.
Pero el problema no es solo ese, sino lo que están suponiendo esos barcos en la sociedad senegalesa, pues allí la pesca es fundamental. Por ejemplo, en 2005 el sector pesquero daba trabajo directo a casi 60.000 personas, e indirectamente a diez veces más, además de ser una fuente básica de proteínas para la mayoría de la población. Pero esto ya no es así, pues la pesca industrial está acabando con los caladeros senegaleses (las capturas han descendido un 47% entre 1994 y 2005), con el sector (el empleo ha bajado un 50%) y, a la vez, contribuyendo a un alza de precios.
La pesca industrial de barcos europeos acaba con las especies porque usa artes muy agresivas (como la pesca de arrastre o los atractores de peces) y porque tiene una capacidad muy alta de capturas (se necesitarían más de 50 embarcaciones tradicionales faenando un año entero para capturar lo mismo que un buque arrastrero captura y procesa en un solo día). Y esto por no hablar de la pesca ilegal, que es común en toda la costa de África Occidental, donde está valorada en 828-1.600 millones de dólares al año.
Por todo ello, cuando en nuestro colegio estamos sirviendo pescados capturados cerca de la Península ibérica y reduciendo la cantidad de productos de origen animal (entre ellos pescado), también estamos luchando por la dignidad de quienes habitan en Senegal. Esto contribuye a que, quienes quieran venir a España, lo hagan como opción y no por necesidad.
¿Y las refugiadas sirias?
Houda es una de las miles de sirias atrapadas en un campo de refugiados/as que intenta vivir en Europa. Nuevamente, nuestros hábitos alimentarios tienen que ver con lo que está viviendo Houda.
Siguiendo informaciones aparecidas en eldiario.es, podemos ver que la situación siria tiene detrás múltiples desencadenantes. Entre ellos, está la terrible sequía que sufrió en los años previos al conflicto, concretamente entre 2006 y 2011. El 60% del territorio sirio sufrió una de las mayores sequías que han azotado la región desde el inicio de la agricultura. A esto se sumó que el régimen estuvo incentivando el cultivo de algodón y trigo en regadío, lo que agotó los acuíferos del subsuelo y las reservas en superficie. Este último proceso fue especialmente intenso entre 2002 y 2008.
Una de las consecuencias de la sequía fue que, en el noroeste del país, alrededor del 75% del campesinado perdió sus cosechas y el 85% del ganado falleció afectando a unos 1,3 millones de personas. De este modo, la sequía fue un factor clave en el desplazamiento de población desde el campo hacia las ciudades, donde crecieron los núcleos de población empobrecida. Se calcula que este éxodo fue de unas 800.000 personas desde 2010. De este modo, el empobrecimiento y el desarraigo, sumados a la falta de libertades, se hicieron insostenibles conforme la crisis ambiental, que acrecentó la económica, se fue exacerbando. A esto se sumaron los intereses de potencias extranjeras. Todo esto devino en la guerra civil actual y la crisis humanitaria de refugiados/as.
Aunque no se puede afirmar con total seguridad que esta sequía estuviese causada por el calentamiento global, este tipo de fenómenos son justo los que predicen los modelos manejados por el IPCC (Intergovernmental Panel on Climate Change) para esta zona del Mediterráneo.
¿Y qué tiene todo esto que ver con nuestro comedor? Pues resulta que distintos estudios plantean que alrededor del 50% de las emisiones de gases de efecto invernadero causantes del cambio climático pueden estar relacionadas con el modelo de alimentación industrial y fuertemente carnívoro. En cambio, la producción ecológica y dientas con menos consumo de productos animales pueden llegar incluso a reducir la concentración de gases de efecto invernadero. Así, el modelo alimentario de nuestro comedor es otra forma de favorecer que situaciones como la de Siria no se repitan y las personas no tengan que salir de sus hogares buscando refugio.